El Parque Arqueológico de Alarcos es un fiel testigo de nuestra historia. Habitado desde la Edad del Hierro, después por los iberos (Lacurris) y romanos, cobró más importancia bajo la dominación árabe. La derrota de los cristianos con Alfonso VIII ante las tropas almohades en 1195 marca su referencia histórica. El vaivén fronterizo define la singularidad de este parque dual, en el que Calatrava la Vieja se muestra como un monumento del glorioso poder islámico extinguido, brevemente rejuvenecido bajo influencia almohade.
La Motilla del Azuer, en Daimiel, es el yacimiento más representativo de la Edad del Bronce en La Mancha (2200-1300 a. C.), dentro de una tipología de asentamiento único en la Prehistoria, las motillas. Su nombre hace referencia a su forma como elevación artificial dentro de un espacio llano circundante. Esta es la más antigua documentada en la Península. En ella se define un recinto interior fortificado, con murallas concéntricas en torno a una torre central, grandes silos de almacenaje, el gran patio con la estructura hidráulica, sobre el nivel freático.
El yacimiento de Oreto y Zuqueca contiene restos de su pasado ibérico, romano, visigodo y árabe. El puente de Baebio, sobre el río Jabalón, recuerda la importancia del asentamiento ibérico de Oretum en época romana.
El yacimiento del Cerro de las Cabezas, en Valdepeñas, nos marca un interesante viaje por los orígenes históricos de La Mancha, especialmente en su poblamiento ibero (oretano) y su continuidad romana. La función de nudo de conexión entre la Meseta y el valle del Guadalquivir se manifiesta ya en tiempos tan tempranos.